Numerosas investigaciones en psicología han demostrado que los mensajes, ejemplos y mandatos que recibimos durante la infancia moldean de manera profunda nuestras decisiones y comportamientos en la vida adulta. Estas huellas tempranas se traducen en patrones de acción que influyen en nuestra forma de relacionarnos, trabajar y afrontar retos.
En el marco del Análisis Transaccional, estos patrones se conocen como Drivers o Impulsores de la Personalidad. Se trata de seis tendencias conductuales que, aunque pueden ayudarnos en determinados contextos, también pueden convertirse en limitaciones cuando actúan de forma rígida o automática.
Los seis Impulsores de la Personalidad
1. Sé perfecto
Este impulsor lleva a confundir la excelencia con el perfeccionismo excesivo. Las personas con este patrón sufren al sentir que “nunca es suficiente”, y con frecuencia experimentan la conocida “parálisis por análisis”, que les impide avanzar con fluidez.
Mensajes habituales: “O lo haces bien o no lo hagas”, “Es importante que esté perfecto”.
2. Complace
Este impulsor nace de la idea de que “para ser valioso, debo agradar”. La persona coloca las necesidades de los demás por delante de las propias, priorizando la armonía aun a costa de sí misma.
Mensajes normativos: “Piensa hay que pensar en los demás”, “No seas egoísta”
3. Esfuérzate
Quienes viven desde este impulsor sienten que nada se logra sin dificultad. Suelen enfocarse en el esfuerzo más que en el resultado y tienden a planificar poco, lo que reduce su eficacia.
Mensaje típico: “Lo que no cuesta esfuerzo no merece la pena”.
4. Sé fuerte
Quienes operan bajo este impulsor tienden a ocultar sus emociones, especialmente aquellas asociadas a vulnerabilidad como el miedo, la tristeza o la ternura. También suelen evitar pedir ayuda.
Mensajes típicos : “A mi no me vengas con llantos», “Hay que aguantar como sea”.
5. Date prisa
Aquí aparece una sensación interna constante de que el tiempo no alcanza o de que no podrán terminar a tiempo. Para compensarlo, aceleran su ritmo… lo cual a veces genera errores, aumentando aún más la presión.
Mensajes recibidos: “¡Venga, vamos, muévete!”, “Si no eres rápido, nunca conseguirás nada en esta vida”.
6. Ten cuidado
Este impulsor está asociado a la indecisión y al miedo, especialmente al temor al reproche o a equivocarse. La persona duda, revisa, anticipa riesgos y puede paralizarse ante decisiones simples.
Mensajes habitual: “¡Cuidado!”, “Antes de actuar piénsalo dos veces”
¿Son buenos o malos los Impulsores?
Todos tenemos, en mayor o menor medida, uno o varios de estos Drivers interiorizados. Su presencia no es negativa por sí misma. De hecho, el impulsor es positivo cuando opera de manera flexible, activándose solo cuando es útil y bajo la guía de nuestro estado adulto, es decir, de nuestra capacidad racional y consciente.
El problema aparece cuando el impulsor dirige nuestra vida de forma rígida, convirtiéndose en una exigencia permanente hacia nosotros mismos o hacia los demás. Cuando esto sucede, cualquier conducta que no encaje con ese mandato interno pierde valor, afectando nuestra forma de evaluar situaciones y personas.
Ejemplos en el entorno laboral
En el entorno profesional, los Drivers pueden condicionar profundamente la forma en que lideramos, colaboramos y evaluamos el desempeño de otros. Imaginemos, por ejemplo, a un jefe cuyo impulsor dominante es “date prisa”. Para él, la rapidez se convierte en el principal indicador de eficacia, por lo que tenderá a valorar más a un colaborador que entrega tareas con rapidez, aunque cometa más errores, que a otro que prioriza la precisión. Este sesgo puede generar tensiones internas, expectativas poco realistas y un clima laboral acelerado donde la calidad se sacrifique en favor de la urgencia constante.
Otro caso frecuente es el de líderes con un fuerte impulsor “sé perfecto”. Estas personas pueden establecer estándares extremadamente altos, revisarlo todo en exceso o re-trabajar constantemente lo que hace su equipo. El resultado suele ser un ritmo de trabajo rígido, sobrecarga de tareas y un ambiente donde los colaboradores sienten que “nada es suficiente”. A la larga, esto puede inhibir la autonomía, reducir la creatividad y generar miedo al error.
Por otro lado, un colaborador con un marcado “complace” puede evitar confrontar, ceder en exceso y aceptar más carga laboral de la que puede manejar, lo que lo vuelve vulnerable al agotamiento o a la falta de reconocimiento.
También es común encontrar el impulsor “ten cuidado” en perfiles que evitan tomar decisiones sin validar antes cada detalle. En equipos ágiles o contextos que requieren rapidez, esta tendencia puede percibirse como falta de iniciativa.
Del mismo modo, una persona con un marcado “esfuérzate” podría invertir mucha energía en tareas que no añaden valor, priorizando la intensidad del trabajo por encima de la eficiencia.
Cada uno de estos Drivers, si se activa de forma automática, no solo limita el rendimiento individual sino que influye en la dinámica del equipo, en la toma de decisiones y en la cultura organizacional.
Reflexión final
Identificar nuestros propios Impulsores permite comprender por qué actuamos como lo hacemos y, sobre todo, recuperar la libertad de elegir. Cuando los Drivers dejan de ser mandatos automáticos y se convierten en recursos al servicio de nuestra vida adulta, podemos relacionarnos y trabajar de manera más equilibrada, efectiva y auténtica.

