Estamos en una formación. Compartimos un mismo interés por desarrollar el talento de las personas en nuestros equipos. Primeras preguntas para conocernos, ¿qué quieres potenciar en tu equipo?, ¿qué talento te gustaría desarrollar?… “Yo quiero gente normal” – responde un gerente de una empresa.  Otras personas de la sala asienten con la cabeza.

Vamos avanzando en el tema, abordando el reto de atraer, gestionar, favorecer y fidelizar el talento a nuestras organizaciones.

Encontramos definiciones que describen el talento desde la inteligencia, como aptitud o facilidad. Se nos hace confuso el término porque cada cual lo utiliza a su manera. A veces como inteligencia, otras como una excelencia en el desempeño, muchas como potencial de la persona. De cualquier forma, parece que para muchas personas el talento está vinculado con destacar, con la diferencia positiva. Sin embargo, en este grupo nadie persigue el objetivo de potenciar ni favorecer a una élite de estrellas. A estas personas, líderes de equipos, personas de dirección y de recursos humanos de empresas de tamaño y sector diverso  les genera inquietud que tener talento pueda no ser compatible con la integración saludable de esas personas en un equipo.

Una y otra vez en el grupo se reitera la necesidad de potenciar el talento de todas las personas de la organización más allá de una élite exclusiva, en el temor de que sea excluyente. Trabajar para el desarrollo del talento en la confianza de que está presente en una gran mayoría de personas de nuestras organizaciones.