¿Qué es el principio del orden?

El concepto de orden es un regulador que nos acompaña durante toda nuestra vida. Este principio nos facilita tomar decisiones, y algo que es igualmente importante para mantener las relaciones sociales en armonía: entender las decisiones que otros toman y que nos afectan.

En cualquier sistema en el que los seres humanos participamos, sea este el de la familia, el del trabajo o el grupo de amigos, estaremos constantemente filtrando las decisiones a través del «principio del orden»

Imaginas que en reunión del trabajo te designan para llevar a cabo una tarea. Tu cerebro buscará rápidamente los motivos: ¿soy la persona más competente en esto?, ¿soy quien más experiencia tiene?… Te harás preguntas que tienen que ver con si la designación sigue un orden lógico, o lo que es lo mismo, te estarás preguntando, ¿por qué yo voy por delante de otros compañeros en esta elección? Y si tu competencia o tu experiencia es mayor que los demás, probablemente la elección, a priori, te parezca correcta.

Como puedes ver, en realidad, no hay una sola forma de ordenamiento sino varias. Podemos, como en el ejemplo anterior, ordenar por competencia o experiencia, pero también podemos atender a otros criterios…

Piensa en la cola de un supermercado. Los clientes van ocupando el último lugar de la cola según su orden de llegada a la caja. Este sería un orden por antigüedad, y para la mayoría sería bien aceptado. Pero ¿y si es la sala de espera de Urgencias? Aquí entendemos que, aunque llevemos tiempo esperando, tenga prioridad el accidentado que acaba de traer la ambulancia.

Vemos que el principio del orden es, en realidad, complejo, porque la mayoría de las veces puede haber no solo diferentes formas de orden aplicables, sino diferente interpretación sobre cuál de estas formas se debe aplicar.

Quizá la mayor dificultad estriba en que los criterios de orden no siempre son explícitos; ni están por escrito ni se dicen. Y al no ser así, las personas pueden entender “lo que debe ser” de maneras bien distintas.

 

El orden en las organizaciones

En las empresas, por ejemplo, la antigüedad ha sido durante muchos años un concepto que privilegiaba a las personas con más años en la organización con pluses salariales o acceso a promociones. Llevar más años daba más derechos. Sin embargo, en las últimas décadas han ido incorporándose conceptos como la competencia en el puesto o la aportación al resultado. ¿Quién debe entonces acceder al puesto de una nueva jefatura?, ¿quién lleva más años en el puesto?, ¿quién más aporta a los objetivos del equipo?… Ya no se trata de aplicar el principio del orden, sino de elegir cuál es el criterio de orden que debemos aplicar.

Curiosamente la principal diferencia entre cómo aplicar los diferentes criterios de orden no está en qué persona los aplica, sino en qué momento sucede. Es decir, no es que A piense siempre que debe prevalecer la antigüedad y B piense siempre que debe prevalecer la competencia, lo que realmente sucede es que A puede considerar que se debe aplicar lo mismo un criterio que el otro según las circunstancias (entre las que pueden estar sus propios intereses).

Así que la verdadera complejidad consiste en manejarse entre los diferentes planos de orden en una arquitectura invisible construida sobre pilares circunstanciales.

 

Criterios de orden en las organizaciones

De cualquier forma, y a pesar de la complejidad, sí existen en las organizaciones ciertos criterios de orden sobre los que hay acuerdos bastante extendidos:

  • Orden de jerarquía: Los criterios y decisiones de las personas que están en niveles de mando superior deben prevalecer sobre los que están en niveles inferiores.
  • Orden por antigüedad: Se atienden las narrativas de las personas con mayor antigüedad para la comprensión del histórico de los procesos, las estructuras y los servicios.
  • Orden por contribución al origen: Se reconoce y agradece a las personas que aportaron al origen del equipo o de la organización.
  • Orden por contribución al resultado: Se protegen los puestos y se cuida a las personas que mayor aportación realizan a los resultados.
  • Orden de competencia: Se escuchan las aportaciones y recomendaciones que las personas con una alta competencia en un tema hacen sobre el mismo.

Como en tantas ocasiones, ante una decisión es clave la comunicación ¿podemos explicitar con anterioridad qué criterios de orden se van a tener en cuenta para una elección? ¿Podemos escuchar a nuestro equipo sus consideraciones sobre ellos? O si no hubiera esa comunicación inicial ¿podemos comunicar la decisión explicando los criterios de base?

 

Cuando no hay orden hay…

Podemos pensar que “desorden”, pero con frecuencia lo que hay en realidad es falta de consenso y comunicación sobre el criterio de orden aplicado.

Reunión tensa “¿A quién se le ocurre contratar a ese chico como jefe de un equipo que ya tiene líder?” Los desacuerdos sobre la nueva contratación son muchos. La directora se afana en explicar la competencia especifica de la nueva contratación. A algunos la explicación les llega tarde y llevan varios días acumulando desconfianzas. A otros el criterio no les gusta. Tienen otros criterios de orden. “Aun así no se puede poner como jefe a alguien con esa edad” -objeta un asistente.

Toda organización presenta en mayor o menor medida diferentes vulneraciones del orden. Líderes que más bien parecen compañeros o compañeros que se erigen como los jefes que no son, especialistas a quienes no se escucha en las cuestiones de su ámbito, falta de reconocimiento a la contribución de los trabajadores que estuvieron en el origen e impulso de un proyecto o un equipo…

Y quebrantar el orden tiene consecuencias. A veces evidentes, a través de confrontaciones directas o enfados perceptibles y otras veces, consecuencias no evidentes, pero que poco a poco perjudican los resultados y las relaciones.

 

Por esto, trabajando los conflictos en las organizaciones, a menudo pregunto sobre todos estos asuntos conectados con el quebranto del orden y que, aunque parecen historias viejas y superadas, con frecuencia están ahí como lo está esa piedra en el zapato, molesta, oculta e inasible que nos acompaña en el camino, secundaria, pero presente en cada paso.