La toxicidad es una cualidad adoptada del mundo de las substancias, que las personas comprendemos por analogía fácilmente al hablar de ciertas relaciones. Como sucede en el entorno de lo natural el nivel de toxicidad es de mayor o menor peligro en función de la potencia del tóxico y de lo prolongado de la exposición. Sí, la vecina del quinto con sus quejas constantes, críticas mordaces y capacidad casi artística para desviar cualquier tema a SU tema puede estar en mi particular saco de relaciones tóxicas, pero su toxicidad será leve por el corto alcance de sus armas en nuestros esporádicos encuentros de escalera. Sin embargo, quien haya vivido bajo la tiranía del jefe psicópata, convivido con una pareja victimista o crecido en el amor de una madre neurótica será  probablemente el imperfecto producto de una intoxicación grave.

Personas toxicas las hay evidentes y camufladas, patológicas y normalizadas, mortíferas y sólo soporíferas…y a fin de cuentas, mas en gradiente de grises que en cuestión de blanco o negro.

La primera cuestión seguramente sea de carácter introspectivo ¿Es, soy o somos una persona tóxica? Hace unos meses desarrollando una charla bajo esta misma temática pregunté a los presentes ¿Alguien de esta sala se considera una persona tóxica? Casi ciento cincuenta personas participaron de aquel momento de  silencio. Hubo quien dijo aquello de que aquí hemos venido quienes lo sufrimos. Suerte entonces la mía por estar rodeada de tantas personas nutritivas y deseosas de encontrar por la vía de la conciliación y la armonía una felicidad conjunta… o más bien ingenuidad la nuestra si pensamos que toda la toxicidad está fuera. En mayor o menor medida en cada yo hay un locus de control interno de toxicidad, y reconocerlo allana el camino para unas relaciones más positivas.

La segunda cuestión es aprender a reconocer el peligro en nuestras relaciones. Casi nunca las personas toxicas exhiben su etiqueta de tales y sólo las reconocemos cuando nuestro  malestar es ya evidente. Reconocer es el paso fundamental para proteger, revertir o afrontar el peligro.

El tercer momento llega cuando tomamos la responsabilidad sobre las consecuencias de la intoxicación y emprendemos el camino de poner en marcha nuevas fórmulas en la relación con la persona tóxica. De estas estrategias existen varias a utilizar según el caso y los cambios se mostrarán en el medio y frecuentemente en el corto plazo, para satisfacción de quienes tomaron las riendas y quisieron cambiar su situación.

Apasionante tema del que nos encanta hablar y con el que nos gusta trabajar.

En unos días reflexionaremos, dialogaremos y practicaremos en los siguientes talleres de los que os dejamos información.

“Estrategias para trabajar con personas tóxicas”  AIC – Automotive Intelligence Center
“Estrategias para trabajar con personas tóxicas” Club de Marketing de Navarra
“Estrategias para trabajar con personas tóxicas” Cámara de Comercio de Gipuzkoa
“Estrategias para trabajar con personas tóxicas”  SEA- Empresarios Alveses

 

Si quieres profundizar en cómo transformar entornos y actitudes tóxicas en relaciones nutritivas te invito a que leas el libro: ACTITUDES TÓXICAS. Estrategias para afrontar las relaciones y personas que nos limitan